El fin de semana fui a pasear con mi familia a Tepoztlán, de regreso con la ventana abierta por el calorón, y mientras el viento no paraba de golpearme la jeta fue cuando presencié algo inolvidable, algo que en serio preferiría no haber presenciado... pero ¿qué hacer? solamente se me ocurrió una cosa: escribir sobre eso.
Siempre, tanto de ida como de regreso, acostumbro ver los cerros, los árboles, cómo siembran, el cielo en busca de ovnis (ja) y sobre todo, los animales que viven por ahí. Esta vez, no fue la excepción y cuando íbamos aproximadamente a mitad del camino... ahí estaba, a lo lejos entre los matorrales y un par de árboles, una doña en cuclillas con la falda levantada hasta las axilas con cara de pujido, realmente me sorprendí... ¿por qué no se fue más pa' atrás? ¿por qué no escogió un lugar más escondido? y luego pensé... claro, ya no llegaba.
Siempre, tanto de ida como de regreso, acostumbro ver los cerros, los árboles, cómo siembran, el cielo en busca de ovnis (ja) y sobre todo, los animales que viven por ahí. Esta vez, no fue la excepción y cuando íbamos aproximadamente a mitad del camino... ahí estaba, a lo lejos entre los matorrales y un par de árboles, una doña en cuclillas con la falda levantada hasta las axilas con cara de pujido, realmente me sorprendí... ¿por qué no se fue más pa' atrás? ¿por qué no escogió un lugar más escondido? y luego pensé... claro, ya no llegaba.
Lo más curioso del asunto es que todo esto pasó en cuestión de segundos, ella me siguió con la mirada hasta que nos perdimos de vista, fue entonces cuando comencé a reírme y mi mamá me hizo segunda después de contarle.
Nunca he tenido la facilidad de hacer pipí al aire libre, llámese carretera, banqueta, bosque, lo que sea. ¡No puedo! Tengo amigas poseedoras de una espontaneidad envidiable, con un par de trucos para no ser descubiertas mientras lo hacen, y la parte más terrible es que aún sin papel higiénico, kleenex o -mínimo- periódico, están dispuestas a llevar a cabo esta gran hazaña.
Hace unos tres o cuatro años nos volamos un par de clases para asistir al célebre carnaval de Tepoztlán (sí, voy seguido ¿y qué? jaja), era miércoles y los puestos comenzaron a quitarse por ahí de la una de la mañana. En el camino, a mi querida amiga le dieron ganas de liberar su hidratación, así que nos orillamos... se bajó los pantalones, comenzó a orinar, pasó un coche echándonos las altas y se trepó sin subirse los calzones al automóvil. Después se bajó, terminó y continuamos el trayecto como si nada. Esta no fue la primera, ni la última vez que hizo algo así. Después me platicaron que vino a la calle donde vivo a lo mismo, ¿le vió cara de baño público o cómo?
No quiero ni pensar en una diarrea o una situación similar que excluya hacer pipí en plena naturaleza o autopista. He vomitado en un par de carreteras, pero no tiene punto de comparación, jajaja, ¿cierto?. No puedo y creo que nunca podré.
En fin, un post ocioso.