Hoy me siento confundida, destruida,
desubicada, desganada e ida entre otras cosas, a veces siento que fallé, pero
sé que no lo hice. Di todo lo que alguien pudo dar por otra persona y me cuesta
mucho trabajo entender el por qué no funcionó.
Acabo de terminar una relación llena de
ilusiones, planes y aventuras entre otras cosas que sé es normal sentirse mal, pero no soy de palo –me choca-, hacía tiempo
atrás que no me sentía tan plena y viva con alguien, como en tan poco tiempo
esa maravillosa persona me ayudó a volver a sentir.
Mis amigos, mi familia, mis compañeros y
todo el mundo habla de que “pasará” pero veo y
escucho el reloj, y NO lo veo avanzar, ¿en qué momento? ¿para cuándo?
¡Ya que pasé! ¿qué hago?...
Hasta hace algunos días me volví a dar
cuenta de que el corazón no se manda, y es tan frustrante, tan difícil, ¡tan
pinche difícil!, que aunque mi razón lo
entienda, mi corazón no lo concibe, palabras van y palabras vienen, la
confusión y el no saber ¿qué sucederá? ¿qué piensa? ¿qué pasará? ¿volverá a
pasar? ¿cuándo tiempo? Es algo que requiere de paciencia, la cual, definitivamente
en éstos momentos busco y busco y no encuentro.
“Sí su destino es estar juntos, lo
estarán… si esa persona es para ti, sucederá” ¡qué padre suena! Pero que triste es saber y
entender que hoy no es así. Mi aberración a que si debe de suceder, deberá ser
ahora, no me permite comprender el trasfondo de dichas palabras, porque me
cuestiono: ¿y si el mañana no llega?
Creí que todo estaba perfecto, que era lo
mejor del mundo y de la noche a la mañana (literal) me sentí en una cuerda en
dónde me encontraba tambaleando sin saber en qué momento caería, hasta hoy y
duele TAAAANTO…
Sí soy la mejor persona, la más noble, la
más sincera, en resumen “la mejor y lo mejor que le pudo haber pasado”, ¿por
qué no encuentro coherencia entre sus palabras y sus acciones?… Igual ese es mi error, trato de ser razonable
y encontrar algo que simplemente no existe, justifico todo y mi pregunto ¿por
qué dejó de luchar? O peor aún, ¿por qué debo dejar de luchar? ¡¿por qué?! Si no
quiero.
Todos los días me es tan difícil “no aferrarme” y “soltar” que ya me cansé,
cansancio de querer vivir en esa ilusión; misma que al final de cuentas es un
engaño, un maravilloso y único engaño que no sé cómo apagar, controlar, enterrar, entender, ¡no sé cómo! y podré buscar la respuesta en muchas
personas y cosas, cuando sé que soy yo quien la tiene, simplemente no la quiero
aceptar, no estoy dispuesta a aceptarla porque sé que pudo haber sido mil veces
mejor, porque amo a esa persona. porque tengo mucha fe, porque tengo la llamada
“esperanza” de que encontrará su camino, las cosas se arreglarán y funcionarán,
pero al final y en lo que eso sucede –si
es que sucede a mi lado-, no puedo seguir cargando ésta frustración, ya no puedo,
pero tampoco quiero matar mi “anhelo” –entonces debo de dejar de quejarme
¿cierto?
El famoso “si lo amas, déjalo ir”, ¡es
una reverenda mamada! ¿realmente entienden el concepto de la frase? Ó ¿es que hoy lo estoy viviendo del otro
lado?... Cuando amas te vale madres todo, ¿qué pensarán? ¿qué dirán? ¿qué
harán? ¿qué pasará?, te transformas en
la persona más “idiotizada” del mundo y reaccionas química e impulsivamente
cómo Dios te da a entender, creando un entorno tan mágico y puro que
momentáneamente te hace perder el piso y es imposible que te puedan borrar la
estúpida e inmensa sonrisa de lado a lado, para que después de regresar de tu estado de
“hipniotez total” te digan, “si lo amas, déjalo ir” ¡sigue siendo una reverenda
mamada!

No dudo ni un instante que me quiera
mucho, porque yo también he querido de la misma forma, solo que me da tristeza,
melancolía y frustración que al tocar piso,
tengan que ser caminos distintos y no uno solo en el que hayamos podido
tropezar, crecer, levantarnos, aprender, recorrer y vivirlo mano a mano.
Al final entiendo que cada cabeza es un
mundo, la mía ha dejado de ser un mundo y se ha convertido en un universo interminable de pensamientos en donde no hallo
las respuestas, solo sé que todos esos pensamientos me regresan a lo mismo.
Mi
mente dice “no-no-no” y mi corazón sigue diciendo “sí-sí-sí”.